Es difícil determinar
exactamente cómo se hereda o aprende un sistema de comunicación. Darwin creía
que las expresiones faciales de la emoción eran semejantes en todos los
humanos, cualquiera que fuese su cultura.
Se considera que existe un
acuerdo general dentro de determinada cultura para reconocer distintos estados
emocionales. El cerebro humano está programado para levantar las comisuras de
la boca cuando se sienten felices y volverlas hacia abajo cuando se hallan
descontentos; según la sensación que llegue al cerebro fruncirá la frente,
levantará las cejas o alzará un lado de la boca.
El trabajo de diversos
investigadores demuestra que podemos heredar en nuestra constitución genética
ciertas reacciones físicas básicas. Nacemos con elementos de un lenguaje
corporal. Podemos dar a conocer a otro ser humano sensaciones básicas de odio,
miedo, agrado o tristeza sin haber aprendido nunca cómo hacerlo. Esto no
contradice el hecho de que debemos también aprender muchos gestos que
significan algo en una sociedad y algo distinto en otra.
Las señales sonoras innatas
del ser humano permanecen y conservan importantes roles. A diferencia de los
signos verbales, surgen espontáneamente y significan lo mismo en todas las
culturas. El grito, el sollozo, la risa, el rugido, el gemido y el llanto
transmiten mensajes a todos en todas partes. Como los sonidos de otras
especies, estos signos están relacionados con los estados emocionales
fundamentales y dan una impresión inmediata del estado de quien los emite.
El ser humano ha conservado
sus expresiones instintivas: la sonrisa, la risa, la mirada fija, la cara
asustada y el rostro adusto son señales propias de la especie. De la misma
manera, tales indicios son comunes a todas las sociedades y persisten a pesar
de la asimilación de muchos otros gestos culturales. Los sonidos y gestos
básicos de la especie se originan durante las primeras etapas del desarrollo de
la persona. El llanto no sólo es la primera señal que damos de nuestro estado
de ánimo, sino también la señal más fundamental, compartida con millares de
otras especies.
Existen expresiones y normas
que varían con la cultura, las cuales se aprenden durante los primeros años.
Esas normas determinan lo que se debe hacer frente a la manifestación de cada
sensación o sentimiento en los diversos ambientes sociales.
Varían según el papel social
que desempeñan y las características demográficas, y se diferencian de una
cultura a otra.
Debemos reconocer que, en el
mejor de los casos, todo encuentro social nos da un poco de temor. El
comportamiento del otro individuo al momento del encuentro es una incógnita.
Por ello, la sonrisa y la risa demuestran la existencia de este temor y se
combinan con sentimientos de atracción y aceptación. Por ejemplo, si una
persona a la que saludamos no sonríe de una manera franca, sino que además
elude nuestra mirada, puede significar dos cosas: que no despertamos su interés
o que se trata de una persona sumamente tímida, retraída y temerosa de la
situación en que se encuentra.
Cada movimiento o posición
del cuerpo tiene funciones adaptativas, expresivas y defensivas, algunas
conscientes y otras inconscientes. Nuestro lenguaje corporal puede ser en parte
instintivo, enseñado o imitativo, por lo que la cultura es un factor importante
a considerar.
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