Alejandra Beltran Lenguaje Corporal: Antecedentes

Antecedentes



Es difícil determinar exactamente cómo se hereda o aprende un sistema de comunicación. Darwin creía que las expresiones faciales de la emoción eran semejantes en todos los humanos, cualquiera que fuese su cultura.

Se considera que existe un acuerdo general dentro de determinada cultura para reconocer distintos estados emocionales. El cerebro humano está programado para levantar las comisuras de la boca cuando se sienten felices y volverlas hacia abajo cuando se hallan descontentos; según la sensación que llegue al cerebro fruncirá la frente, levantará las cejas o alzará un lado de la boca.

El trabajo de diversos investigadores demuestra que podemos heredar en nuestra constitución genética ciertas reacciones físicas básicas. Nacemos con elementos de un lenguaje corporal. Podemos dar a conocer a otro ser humano sensaciones básicas de odio, miedo, agrado o tristeza sin haber aprendido nunca cómo hacerlo. Esto no contradice el hecho de que debemos también aprender muchos gestos que significan algo en una sociedad y algo distinto en otra.

Las señales sonoras innatas del ser humano permanecen y conservan importantes roles. A diferencia de los signos verbales, surgen espontáneamente y significan lo mismo en todas las culturas. El grito, el sollozo, la risa, el rugido, el gemido y el llanto transmiten mensajes a todos en todas partes. Como los sonidos de otras especies, estos signos están relacionados con los estados emocionales fundamentales y dan una impresión inmediata del estado de quien los emite.

El ser humano ha conservado sus expresiones instintivas: la sonrisa, la risa, la mirada fija, la cara asustada y el rostro adusto son señales propias de la especie. De la misma manera, tales indicios son comunes a todas las sociedades y persisten a pesar de la asimilación de muchos otros gestos culturales. Los sonidos y gestos básicos de la especie se originan durante las primeras etapas del desarrollo de la persona. El llanto no sólo es la primera señal que damos de nuestro estado de ánimo, sino también la señal más fundamental, compartida con millares de otras especies.

Existen expresiones y normas que varían con la cultura, las cuales se aprenden durante los primeros años. Esas normas determinan lo que se debe hacer frente a la manifestación de cada sensación o sentimiento en los diversos ambientes sociales.

Varían según el papel social que desempeñan y las características demográficas, y se diferencian de una cultura a otra.

Debemos reconocer que, en el mejor de los casos, todo encuentro social nos da un poco de temor. El comportamiento del otro individuo al momento del encuentro es una incógnita. Por ello, la sonrisa y la risa demuestran la existencia de este temor y se combinan con sentimientos de atracción y aceptación. Por ejemplo, si una persona a la que saludamos no sonríe de una manera franca, sino que además elude nuestra mirada, puede significar dos cosas: que no despertamos su interés o que se trata de una persona sumamente tímida, retraída y temerosa de la situación en que se encuentra.

Cada movimiento o posición del cuerpo tiene funciones adaptativas, expresivas y defensivas, algunas conscientes y otras inconscientes. Nuestro lenguaje corporal puede ser en parte instintivo, enseñado o imitativo, por lo que la cultura es un factor importante a considerar.

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